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martes, 7 de abril de 2009

27 de mayo

-Calma, todo va a estar bien-
¡Tengo fiebre!
-Si, tienes un poco pero es controlable-
¿Eres nueva, no te había visto por aquí?
-si, me acaban de cambiar a este sector-
¿Te gusta trabajar en la noche? -Es parte de mi trabajo- ¿te gusta tu trabajo?
-Me gusta ayudar- ¡Entonces ayudame a salir de aquí! -Eso no lo puedo hacer, ya mañana te operan- ¡No te han dicho, la operación se retrasó porque no consiguieron la pieza que me van a poner, la que me va a hacer que vea al as personas de frente! -No lo sabía- No me extraña, aquí todo es así, -así cómo- pues actuado, todos te tratan muy bien, pero en realidad a nadie le interesas más allá de su trabajo, pero eso sí, los doctores hasta nos hablan de "usted", las enfermeras hablan con un tono entre maternal y de prostitutas: "si chiquito", "en dónde te duele papito", "ya mojaste la cama, ahorita te cambio", les interesa hacer bien su trabajo, no nosotros...
A veces me pregunto como se verían los doctores y las enfermeras con estas batas, con su dorso desnudo y caminando por el pasillo, arrastrando sus pies amarillos y con llagas, empujando su tripie y pidiendo en silencio, un poco de respeto... ¿O será que yo soy un médico que ahora mismo esta cumpliendo el deseo de esos enfermos que lucen sus impecables batas blancas y que van por ahí, visitando pabellones con la sobriedad del que se siente, del que se sabe superior? ¡Sí, ha de ser eso, seguro es eso, quiero volver, quiero volver...!
-Calma, calma, es sólo la temperatura, tienes "40" y no deberías hablar así-
¿Tú que sabes?
-Nada tal vez, pero que te hace pensar que debes tener privilegios, hablas como si todo mundo estuviera e contra tuya, como si todos se hubieran puesto de acuerdo para joderte la vida... ¿Ya se te olvidó cuánto te empeñaste para llegar hasta aquí? Y ahora que estas exactamente en donde querías, lo que haces es culpar a todos por algo que tu elegiste-
¡
Estás borracha! ¡Enfermera aquí hay una persona borracha!
-Yo soy la enfermera-

26 de mayo

He adelgazado, me siento más flaco que ayer y que anteayer y que el día que entré; me alimento bien, por lo menos me como todo lo que me dan, pero algo me pasa, hoy no me quiero levantar, hoy me siento triste, hoy me siento débil...
Don Modesto sigue sin comer nada, lo han llevado cinco veces a diversos estudios, está sufriendo..., los doctores vinieron en la tarde y le dijeron: "señor, usted tiene cáncer".
¡Don Juvencio ha envejecido, cancelaron su alta del hospital sólo porque sus riñones no rresponden y porque sus piernas parecen dos enormes globos negros que amenazan con reventarse y sacarlo volando por el pasillo; al muñeco nadie lo visita aún y su pequeño radio ya se descompuso, no sé que le duele más, si el radio, las piernas, su amor por Lupita o el abandono de su familia.
No me quiero levantar, si tuviera que hacerlo sería para salir corriendo de aquí, ya no quiero transitar por esta pasarela de la muerte, ya no quiero estar aquí...!

lunes, 6 de abril de 2009

25 de mayo

Ya soy paciente interno del hospital de manera oficial, ayer, después de la visita, unas enfermeras me pusieron anestesia local en el brazo derecho, abrieron mi vena y metieron una manguerita hasta tres centímetros antes de mi corazón, dicen que es el catéter, que por ahí me pasarán todos los medicamentos, sueros y anestesia, dicen que con eso no me picarán tanto, lo cierto es que desde que llegué me han tomado muestras de sangre diario y mis brazos han adelgazado; lo único bueno de todo esto, es que ya es oficial y que ya tengo mi propio tripie...

domingo, 5 de abril de 2009

22 de mayo

Ya estoy aquí. Ha sido un día muy largo, mejor dicho, han sido días muy largos... No sé exactamente como llegué, podría decir en tono de sabiduría maternal: tú te lo buscaste, o bien podría liberarme de toda culpa y en acto filosófico decir: ha sido el destino que nunca se equivoca, el que me ha traido hasta aquí. Cualquiera de las dos razones me resultan una estupidez, creo que tratar de averiguar por qué suceden las cosas, es, además de una pérdida de tiempo, una falta de respeto a la vida misma. Sé de antemano que mis teorías pueden resultar de lo más irresponsables, pero también sé que la vida se descubre a sí misma como un abanico de posibilidades, algunas dolorosas y algunas otras harto placenteras. Así pues, lo posible suele ser imposible para muchos y lo imposible (algunas veces) es posible para unos cuantos; es por eso que estoy aquí, en la cama 140 del sector III, en el primer piso del Hospital de Especialidades Genéricas, dispuesto a pasar mi primer noche.

23 de mayo

Pasé bien la noche, es decir, no tuve ninguna molestia, más allá de la permanente y casi eterna dolencia del cuello. Por lo que respecta al sueño, éste en complicidad con el cansancio, mermó toda posiblidad de insomnio, sólo en dos ocasiones parecía escapar ante el lamento de mi compañero de enfrente, ¿ya mencioné que comparto el cuarto con tres sujetos más? Somos dos viejos y dos jóvenes, no sé sus nombres y la verdad no me importan, ni a que se dedican,tampoco importa... Para efectos prácticos de estas notas y porque resulta confuso estar escribiendo:el de la 138 o el de la 139, procederé a bautizar a mis compañeros de acuerdo a lo nada que sé de ellos y a lo poco que he observado: a mi derecha se encuentra Don Juvencio, señor de bastantes años, que a pesar de haber sido sometido a dos intervenciones quirúrgicas en una semana, mantiene una vitalidad que me sorprende, enfrente de él, esta Don Modesto, señor callado, sencillo, de experiencia (se le nota luego luego), no he podido hablar con él, es muy reservado y hasta creo que no le caigo bien; a diferencia de Don Juvencio, Don Modesto parece tener una vitalidad a la fuerza; aunque es el más activo, los seis recorridos que ha hecho hoy a través del pasillo que larga unos cuarenta metros desde la torre hasta el ventanal grueso que sirve de pared, obedecen más al acatamiento de una orden médica, que al simple gusto por el ejercicio ambulatorio. Mi cama está pegada a la puerta de entrada de la habitación, por lo que puedo ver cuando entra y cuando sale Don Modesto, empujando su tripie, de donde cuelgan como si fueran series de luces navideñas, las sondas y los tubos que conectan a Don Modesto a la esperanza..., a veces parece que el tripie lo empuja a él, pero ahí está Don Mode, en su vaivén terapéutico, incorporándose de nuevo al pasillo, que se ha convertido ahora en una representación teatral del periférico: Los médicos residentes llegan tarde a sus acostumbradas visitas vespertinas, los pacientes impacientes que al igual que Don Modesto han tomado el pasillo, comienzan a formar la hilera del caos, un carrito de limpieza obstruye el paso, más adelante,una estación móvil de apósitos hace su contribución, un grupo de enfermeras en contraflujo dispuestas a limpiar catéteres y a sanar algunas venas flacas, complementan lo que ya es un irremediable "embotellamiento" alguien pita, se escuchan algunas mentadas..., no cabe duda, necesitamos un segundo piso.

24 de mayo

¡Litro y medio de agua baja en sales al día! Cortesía de la casa. No hay agua más simple que la de un hospital, tan simple y sin chiste como nosotros: los pacientitos, aquí no hay ingenieros ni licenciados, ni albañiles ni obreros; sólo doctores, enfermeras y administrativos (que palabra tan moderna) todos los demás somos enfermos, ya sea postrados en una cama o de visita, porque también nuestra gente, los que nos aman, se enferman..., en esta espera sin tiempo en los hospitales.
El horario de visitas es de tres a cinco de la tarde; desde que estoy aquí he recibido visita diario, la verdad me da gusto que vengan a verme, es como un escape de esta realidad, quiero saber todo, lo mínimo: ¿había mucha gente en la entrada?, ¿ha llovido por allá?, ¿pregúntan por mí?, ¿que tal el tráfico? lo extraño..., son dos horas que se pasan muy rápido, todo el día se espera con ansia que den las tres y se sufre cuando dan las cinco; pero no todos tenemos la misma suerte, a mi compañero de la cama de enfrente, no lo ha visitado nadie desde que yo llegué, también ignoro el nombre de éste, pero es sin duda el más extraño, su apariencia me irrita, casi no habla, se la pasa escuchando música en un pequeño radio con audifonos, tarareando melodías que no logro descifrar, de vez en vez exclama ayes de dolor, provocados por sus piernas ulceradas por las varices (nunca había visto algo así) y el recuerdo de un amor, la otra vez lo escuche conversando animada mente y me extraño porque no era hora de visitas, cuando me levanté para ir al baño, descubrí que estaba solo, sentí pena.
También como a mis otros dos compañeros ya lo bauticé, es "el muñeco" parece tener una demencia ensayada. De aspecto hostil,el muñeco es en realidad inofensivo, su casi rubio cabello y sus rosadas mejillas, lo convierten en el paciente más extravagante, por lo menos del sector III.