¡Litro y medio de agua baja en sales al día! Cortesía de la casa. No hay agua más simple que la de un hospital, tan simple y sin chiste como nosotros: los pacientitos, aquí no hay ingenieros ni licenciados, ni albañiles ni obreros; sólo doctores, enfermeras y administrativos (que palabra tan moderna) todos los demás somos enfermos, ya sea postrados en una cama o de visita, porque también nuestra gente, los que nos aman, se enferman..., en esta espera sin tiempo en los hospitales.
El horario de visitas es de tres a cinco de la tarde; desde que estoy aquí he recibido visita diario, la verdad me da gusto que vengan a verme, es como un escape de esta realidad, quiero saber todo, lo mínimo: ¿había mucha gente en la entrada?, ¿ha llovido por allá?, ¿pregúntan por mí?, ¿que tal el tráfico? lo extraño..., son dos horas que se pasan muy rápido, todo el día se espera con ansia que den las tres y se sufre cuando dan las cinco; pero no todos tenemos la misma suerte, a mi compañero de la cama de enfrente, no lo ha visitado nadie desde que yo llegué, también ignoro el nombre de éste, pero es sin duda el más extraño, su apariencia me irrita, casi no habla, se la pasa escuchando música en un pequeño radio con audifonos, tarareando melodías que no logro descifrar, de vez en vez exclama ayes de dolor, provocados por sus piernas ulceradas por las varices (nunca había visto algo así) y el recuerdo de un amor, la otra vez lo escuche conversando animada mente y me extraño porque no era hora de visitas, cuando me levanté para ir al baño, descubrí que estaba solo, sentí pena.
También como a mis otros dos compañeros ya lo bauticé, es "el muñeco" parece tener una demencia ensayada. De aspecto hostil,el muñeco es en realidad inofensivo, su casi rubio cabello y sus rosadas mejillas, lo convierten en el paciente más extravagante, por lo menos del sector III.
No hay comentarios:
Publicar un comentario